En un momento de la historia, un hombre francés llamado Juan Dubuffet, que tenía una fortuna por su padre vitivinícola, se dedicó a pintar cosas con alma. Sin mucha destreza, pues siempre rebotaba e las academias de Bellas Artes. Él encontraba belleza o ALMA en las cosas más "rústicas" o "estrafalarias". En Yanquilandia, a su vez, se empezaba a rescatar la estética del graffiti y la de Basquiat y Keith Haring en particular. También se empezaron a retratar a las morochas en bolainas, como ya hiciera el cancelado Gauguin (porque se fue a unas islas con morochas y se las follaba a cambio de... bueno, dicen que se las follaba por nada, a veces). Pero antes también se sabía y sus pinturas valían millones. Igual ahora siguen valiendo millones, pero la gente que las quiere exponer tiene que esperar que dejen de escracharlos por manijear a un "colonialista violador" y todas esas cosas. Otra movida del post-modernismo es la regla 63, la de hacer una versión femenina de todo personaje hombre. No será una regla académica, pero en Deviant Art y en cualquier lugar de internet, esta tendencia parece inextinguible.
Otra cuestión vinculada al "art brut" (el arte de Suárez, por ejemplo) empezó a exponerse y a reivindicarse. Pacientes psiquiátricos y hasta animales que pudiesen sostener un pincel, podían pintar cuadros y éstos podían mercantilizarse. Hubo gente que halló valor en objetos de mala factura, como los "bootleg".
Si bien esta cuestión quizá tenga más que ver con el coleccionismo, recordemos el mítico combo "Sense of right".