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Lilith, tu acompañante, pone los dedos en su mentón cuando la largas de ahí con tus armas en mano. Mufa un poco con lo dramático que te pones a veces, ella no lo entiende, la muerte es muerte y nada más... Como apagar un interruptor.
[Orson, te conozco desde hace tanto que hasta te he visto mojar tus pantalones... Si quieres llorar, no me reiré... Mucho...]
La arena vibra con una vida propia, como si respondiera al lamento silencioso de un alma que ya no existe. Morgan, o lo que queda de él, no es más que un cascarón hueco, guiado por recuerdos fragmentados y odio ancestral.
[Bueno, como sea... Intentaré que no te mate desde una distancia prudente, pero no prometo nada, chaito...]
Cuando Lilith se va, el Silenciador emerge de entre las dunas creando una marea viva, los granos de arena girando a su alrededor en espirales cortan la carne como vidrios molidos. La propia Lilith, desde una colina improvisada de escombros por dicha acción del monstruo, observa con una sonrisa cómplice ya que le da igual quién gane, porque ella es la que se lo comerá al final del día.
Ahora mismo, la atención de Morgan está en su viejo amigo.
¡FWHOOOM!
La patada de fuego de Orson desciende con todo el peso del sol sobre su cuerpo, amplificada por el ki solar que corre por sus venas. Por un instante, el aire se vuelve pesado, cargado de poder puro. El impacto ilumina la arena, estallando como una mina celestial.
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